Abel no habla. Y no sonrĆe; ni siquiera cuando algo le gusta. En cambio, regala soles que Ć©l mismo hace y que, sin necesidad de magia, brillan con luz propia. Todos reciben agradecidos y contentos los soles que Abel les da: la directora del colegio, el portero, la mamĆ”, el papĆ”… Cada uno de ellos guarda una enorme cantidad de soles. Pero pronto son tantos, que la gente empieza a cansarse.
Entonces, Abel se entristece y deja de dibujar soles. Y los soles guardados dejan de brillar. Un dĆa, comienza a llover; la tormenta dura mucho tiempo. Y mientras el cielo sigue oscuro, nace la hermanita de Abel, Candela. Para demostrarle su alegrĆa, Ć©l le regala un sol; cuando la niƱa lo recibe, sonrĆe. Todos los soles que Abel ha dibujado comienzan a brillar. Y de cada una de las casas nace un arco iris.
Valoraciones
No hay valoraciones aĆŗn.